Olavi el caballo que permite a Ziline Pierre Peña Arias cabalgar, realizar una serie de mágica y continuas acrobacias, realiza giros delicados sobre sí misma, despliega sus piernas como alas al cielo y se eleva. Se mueve en círculo, realiza una coreografía de al menos nueve movimientos para después saltar al llano en un minuto, guiada por su conductora y un lazo, parece volar, entregando su alma y corazón en cada acto. En Buenos Aires es otoño y Ziline sonríe. Sus dientes blanquísimos brillan tanto como sus perlas al sol. Lleva una vincha que combina a la perfección con su cabello.

La agenda de Ziline y Olavi el 2023 resaltan muchos torneos nacionales e internacionales y quieren dar lo mejor al Equipo Argentino de Volteo (Vaulting) al que pertenecen. Con solo 14 años, comparte larguísimas horas de entrenamiento con los mejores deportistas de la disciplina, tanto en Buenos Aires como en su provincia: La Rioja. Única afrodescendiente del seleccionado, está orgullosa de representar a la región de las montañas espejo de la cordillera de Los Andes, su hogar.

Ziline y Olavi han ganado medallas y trofeos por un deporte no tradicional, el cual consiste en hacer acrobacias coordinadas sobre un caballo al galope (Olavi). Agradece los reconocimientos, pero su mayor triunfo, sostiene, fue encontrar entre vuelta y vuelta un movimiento que la emociona y la hace feliz, pero le es difícil explicarlo con palabras.

Esta historia, inicio marcada por la muerte. Ella tenía solo un año cuando el 12 de enero de 2010 un terremoto de los peores en la historia del mundo dinamitó Haití y castigó a su gente. Ziline vivía en el orfanato Rose Mina de Diegue de Puerto Príncipe. Allí, junto a otras niñas y niños muy pequeños, sintió el suelo moverse con la violencia de los finales irreversibles. Milagrosamente el lugar fue uno de los pocos que resistió los eternos segundos que duró el temblor. El resto del barrio desapareció.

Patricia Arias y Gustavo Peña, en Argentina, se conmovieron y solidarizaron con el país más pobre de América y dieron con Osvaldo Fernández, un argentino que estaba al frente del orfanato donde vivía Ziline. Querían adoptar. Entonces, les llegó la foto de Ziline. Apenas caminaba y tenía una mirada atravesada por la tristeza y el abandono. Supieron que “era ella”, la hija con la que siempre habían soñado y no habían podido concebir naturalmente.

“Nos enamoramos ni bien la vimos. Aún usaba pañales. Imposible olvidar su pelo rizado y sus enormes ojos marrones. Tan chiquita, tan hermosa y tan desvalida”, relata sobre el primer encuentro virtual Gustavo, el papá de Ziline. “En el momento del sismo, teníamos unos 70 chicos a cargo. ‘Zili’ ya era una nena con carácter dominante y liderazgo” Osvaldo Fernández recuerda desde Puerto Príncipe.

Ziline tendría una familia, el proceso de adopción duró un año y medio. Tuvieron que validar su partida de nacimiento sin firma y tener el consentimiento de su único familiar, su abuelo paterno Pedro Pierre, quien se hizo cargo de ella al nacer en Belle-Anse, un humilde pueblo pesquero sobre el mar Caribe. Fue él quien la llevó a sus ocho meses desde su casa cerca del mar hasta el orfanato de la capital de Haití. Ya que no tuvo opción: ni él ni sus padres, ambos pescadores, podían criarla ni mantenerla.

Ziline tenía tres años y ocho meses cuando fue adoptada y viajo con sus padres adoptivos al lugar que se convirtió en su nuevo hogar, Argentina. El abuelito, fue también el que la despidió en el aeropuerto Toussaint Louverture en mayo de 2012, dos años después del terremoto y tras numerosas gestiones con abogados y viajes de sus padres adoptivos. Actualmente no tiene recuerdos de él.

Una vez vencido todos esos obstáculos iniciales, la adaptación de Ziline fue muy rápida. Su idioma natal, el creole haitiano, una mezcla de francés con lenguas africanas, fue reemplazado en poco tiempo por un español con la ‘r’ marcada, la tonada típica de esa zona del noroeste de Argentina. Su estilo carismático, dulce y audaz fue ganando el afecto de conocidos y desconocidos.

Luego de probar diferentes deportes en el jardín, eligió hacer equitación, perdió el miedo a los caballos y empezó a hacer piruetas que desembocaron en su pasión por el volteo. Como complemento, sumó gimnasia artística para robustecer músculos y mejorar posturas. “A los 4 años se subió a su caballo preferido, Tambo Tiburón, y no se bajó más. En un abrir y cerrar de ojos ya estaba compitiendo”, cuenta Patricia, su madre.

Lograron lo impensado para una nena que no sabía cabalgar, con ‘El Tibu’. Destreza y fortaleza innata, Ziline se destacó rápidamente y empezó a ganar torneos locales y nacionales. En poco tiempo, fue convocada al Equipo Argentino de Volteo.

Con tan solo nueve años, Ziline voló con sus coreografías a los Juegos Sudamericanos de Sao Paulo para participar en su primera competencia internacional. Ganó el primer puesto en la categoría dupla y el segundo puesto en la competencia individual. Dos años más tarde, atravesó el océano y dejó su marca en otros torneos de alta competencia en Eslovaquia y en República Checa. También en Ciudad de León, México. Tanto ella como el equipo obtuvieron lugares destacados en esos lugares.

Fue también campeona argentina en la categoría ‘Children 1 Estrella’ en 2018, 2019 y 2021, a mediados de ese año viajó a los Juegos Mundiales Juniors de Volteo en Le Mans, Francia. “Fue una experiencia increíble”, agradece Ziline. El seleccionado argentino fue uno de los pocos competidores latinoamericanos. Ella volvió llena de vivencias y amigos. “Nos cuesta pagar su entrenamiento y sus viajes, pero hacemos lo imposible para que compita y sea feliz. Es noble, humilde y luchadora. Está siempre dispuesta a ayudar y pelea contra el racismo y la discriminación. Valora mucho las oportunidades que la vida y el deporte le están dando”, manifiestan con orgullo sus padres.

Con una amplia experiencia en volteo, Yanina Álvarez, su actual entrenadora del seleccionado define a Ziline como una deportista con enormes capacidades y talento. “Se esfuerza, se concentra y se preocupa. Tiene carácter ante situaciones límite y de estrés. Puede llegar donde quiera. Ojalá algún día este deporte sea olímpico y ella esté ahí”, expresa Álvarez, que descubrió a Ziline en un taller que dio en La Rioja y se encargó de que Argentina y el mundo la conocieran.

En su país adoptivo, la historia de resiliencia de la deportista llegó a los oídos del director de cine Fernando Bermúdez y el productor Diego Díaz. En plena pandemia, se contactaron con los Peña Arias les propusieron filmar el documental Ziline, entre el mar y la montaña, que alude a los paisajes que vieron a su hija nacer y crecer. Con el apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales Argentino (INCAA), la película de 70 minutos es una realidad y está previsto que se estrene este año

“Es la historia del árbol trasplantado en una tierra diferente y disímil, del crecer superando climas adversos para un día florecer y saber o descubrir que todo es posible desde el amor. También es hablar de las oportunidades que, en un mundo más justo, todos deberíamos tener”, sintetiza el director Bermúdez el corazón del documental.

Ziline sueña ahora con triunfar y llegar al éxito con el volteo. También con que su documental sea difundido por todo el mundo y en especial llegue a su país natal, un país sumido en una profunda crisis política, de seguridad y humanitaria. No descarta volver allí en algunos años para recorrer los lugares que la vieron nacer y partir. En Puerto Príncipe sigue funcionando el orfanato de Osvaldo y en distintos pueblos viven su abuelo, sus papás biológicos y dos hermanos: uno mayor y otro menor. De ellos conservará para siempre su apellido: Pierre. Fue una de las primeras decisiones que tomaron Patricia y Gustavo.

“De pequeña, me pedía que le hable de Haití para dormirse y le transformaba su historia en un cuento en el que ella era la princesa’ Ahora, más grande, reflexiona sobre el porqué de tanta pobreza. Le duele saber cómo vive la niñez haitiana. Hace poco me dijo que le gustaría conocera la mamá que la tuvo en la panza”, comparte Patricia. A veces, añade Gustavo, lagrimea a escondidas cuando escucha noticias de temblores que le despiertan fantasmas. Pero prefiere no tocar el tema. “Por ahora no hablamos del terremoto porque le hace mal. Lo encararemos cuando sea el momento”, asegura.

“Vivo el presente”, afirma Ziline con vehemencia. En ese presente, este junio se ha medido con su coreografía en competiciones en Italia y Eslovaquia. El calendario cierra en diciembre en Sao Paulo, Brasil. Por eso, entrenar es absoluta prioridad.

Es en esos momentos cuando el corazón late fuerte y la adrenalina aumenta, se olvidala tristeza. Ziline sonríe e ilumina. Se acerca a su caballo, “Olavi”, dispuesta a un nuevo desafío. Lleva puesta una malla con los colores de la bandera argentina. Como un mantra, suena en versión acústica Hijo de la Luna del grupo español Mecano. El reloj se activa y comienza su coreografía. Tiene que hacer como mínimo nueve movimientos para lograr una buena performance. Es el minuto exacto en el que sus dos vidas se entrecruzan y equilibran.

Publicado por mujeres al día, agencia de noticias e información.

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