“Las mayores dificultades del hombre empiezan cuando puede hacer lo que quiere”

-Thomas Henry Huxley-

El último semestre de mi carrera, tuve la fortuna de tomar clase con el CP David Noel Ramírez Padilla (a quien estimo mucho y recuerdo con mucho aprecio) que fuera rector del Tecnológico de Monterrey. Uno de los últimos ejercicios que hicimos durante su materia fue reflexionar sobre una parte de la película “El Abogado del Diablo”, en ella, destacan en el elenco Keanu Reeves y el gran Al Pacino.  La parte específica que analizamos fue la relativa al entorno final; en donde el protagonista, Kevin (Reeves) confronta a Satanás (Pacino). En esta escena, Kevin culpa al anticristo de todas sus desgracias y todos sus problemas.  A lo cual Satanás argumenta que él únicamente monta el escenario, pero al final del día el propio Kevin es quien decide, ya que posee “libre albedrío” al igual que todas las personas para tomar sus decisiones. (Si no la has visto, te la recomiendo bastante).

Libre albedrío o libre elección es la creencia de aquellas doctrinas filosóficas según las cuales, todas las personas tienen la oportunidad de decidir y tomar sus propias decisiones.  Esta doctrina indica que todos son responsables de sus acciones y de sus consecuencias. Tras analizar esta escena de la película y hacer una propia introspección, me di cuenta de que, efectivamente uno se tiene que responsabilizar de todas sus acciones y de todas sus palabras.  Las personas que tienden a quejarse de todo lo que les pasa, por lo general echan la culpa de sus desgracias a otros, y a factores externos.

Basta recordar el primer ejemplo de la historia: Adán y Eva.  Dios les dice que pueden comer de todos los árboles menos del de la ciencia del bien y del mal. Que si Adán fue impulsado por Eva, y que si ella a la vez fue impulsada por la serpiente, como haya sido, finalmente haciendo uso de su libre albedrío deciden desobedecer a Dios.

Existen muchas situaciones que ejemplifican este tema; el del deportista, que se abstiene de salir a fiestas y dedica ese tiempo a los entrenamientos, y  están los  eternos ejemplos de los malos perdedores: “Mi relación con mi ex no funcionó  porque ella/él siempre hacía esto y fue su culpa,”  “En el trabajo en equipo que hicimos el profe nos puso mal la parte que hizo fulanito, y por su culpa reprobamos,”   “Por culpa de equis persona me regañaron mis papás, ” “Me puse bien ebrio por culpa de esta persona;” ¿De quién será la culpa en verdad?

Con esto, te invito a reflexionar…  ¿En verdad nos responsabilizamos por las cosas que nos pasan? ¿o tendemos a echarle la culpa a los demás? Yo soy responsable de lo que hago, de lo que digo y de lo que pienso. Sin embargo, no puedo ser responsable de lo que los demás hagan, digan o piensen.  ¿En qué momento ese “libre albedrío” afecta a las demás personas?  Una vez que empecemos a reflexionar hasta dónde llega nuestra libertad en torno a la de los demás, creo que podremos empezar a ser más autocríticos y mejorar como sociedad. Ya lo dijo Jean Paul Sartre, mi libertad termina donde empieza la de los demás. Publicado por Mujeres al día.

 

 

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